Dos bombarderos estratégicos rusos Tu-160 arribaron a Venezuela el pasado 10 de diciembre con el objetivo de participar en unas maniobras. Estas parecen ser una medida disuasoria frente a la posibilidad de una intervención por parte de EEUU. Sputnik descifra la señal que Moscú y Caracas tratan de enviarle a Washington.
Los dos Tu-160, capaces de llevar armas nucleares, llegaron como parte de un grupo compuesto por un avión de transporte militar An-124 y un avión reactor de pasajeros Il-62.
Los aviones cubrieron más de 10.000 kilómetros y sobrevolaron las aguas de los mares de la parte norte de Europa, donde en un momento fueron escoltados por cazas F-16 de la Fuerza Aérea de Noruega.
Luego, cruzaron el océano Atlántico y entraron en el espacio aéreo sobre el mar Caribe para finalmente aterrizar en un aeródromo en la ciudad venezolana de Maiquetía.
“El propio vuelo es extremadamente difícil de ejecutar. La elección de las aeronaves corresponde a la longitud y la duración del vuelo. Nuestros especialistas cumplieron bien con la tarea y todo esto se realiza en plena correspondencia con las normas internacionales”, declaró a Sputnik el politólogo ruso Andréi Koshkin.
Para el analista, la cooperación que hoy en día se desarrolla entre Venezuela y la Federación de Rusia señala que las distancias colosales no son ningún obstáculo para los especialistas militares y el material bélico rusos.
Está previsto que las aeronaves rusas tomen parte en los vuelos conjuntos con la Fuerza Aérea de Venezuela sobre el estado de Vargas, adyacente a la capital del país, Caracas.
Rusia planta cara a la amenaza de una invasión
La visita de los aviones es un ejercicio de entrenamiento de alto nivel y de alta tecnología que tiene como meta estar preparados ante una posible agresión contra la república bolivariana, expresó en una entrevista con Sputnik el politólogo y analista internacional Ernesto Wong.
A su entender, ambas fuerzas armadas se están preparando para llevar a cabo una defensa efectiva.
“Es parte de un programa de preparación conjunta combativa, en defensa de la soberanía y la independencia de Venezuela. Esta también sirve como una práctica de entrenamiento para los aviadores rusos en territorios montañosos”, dijo.
El entrenamiento, continuó Wong, también es de gran importancia para los aviadores venezolanos porque es posible que en algún momento Caracas adquiera nuevos aviones de producción rusa. Es decir, para los militares de Venezuela es una oportunidad para aprender nuevas tecnologías de este tipo de aviación, precisó.
En pocas palabras, los aviones rusos pronto se irán, pero la experiencia se quedará con los militares venezolanos.
Juego sucio a la estadounidense
La presencia de los bombarderos estratégicos rusos en su “patio trasero” —como Washington ve a América Latina— provocó, como era de esperar, un fuerte repudio en los políticos norteamericanos. Un ejemplo emblemático de la reacción clásica de Estados Unidos es el comentario del jefe del Departamento de Estado, Mike Pompeo.
El secretario de Estado de EEUU acusó a Moscú y Caracas de “despilfarro de fondos públicos”. El Kremlin, a su vez, respondió que estas declaraciones son “absolutamente inapropiadas”. En particular, el portavoz del presidente, Dmitri Peskov, señaló que EEUU con la mitad de su presupuesto de defensa sería capaz de “alimentar a toda África”.
Según Wong, las palabras de Pompeo son parte de un plan para confundir a la opinión pública mundial, en general, y a la de América Latina, en particular. Asimismo, cabe recordar que, a diferencia de las Fuerzas Aeroespaciales rusas, la aviación de EEUU está casi omnipresente: cuenta con bases en diferentes puntos del planeta.
“Esta retórica es parte de la política exterior norteamericana de amenazas y de agresiones, también de carácter mediático. Buscan impactar en la opinión pública para ejercer algún tipo de rechazo al modelo venezolano”, planteó.
También, prosiguió, Washington trata de ejercer presión sobre Rusia por su política exterior porque es la potencia nuclear a la que le tiene más temor. Simplemente quiere cerrar los espacios a Rusia en América Latina, añadió.
Al mismo tiempo, el experto dudó de que haya una respuesta en la práctica por parte de Estados Unidos.
“Hay comentarios y declaraciones que tratan de meter miedo a los pueblos vecinos de que Venezuela va a ser una amenaza para ellos, pero la verdad es que Caracas es una víctima de la política exterior estadounidense”, concluyó.