Uno de los estudios más amplios sobre los efectos en la salud del
uso persistente de cannabis revela que deteroria el coeficiente intelectual y
que afecta la memoria y otras funciones mentales. Los daños, aseguran los
científicos, son irreversibles.
Se ha instalado y crecido al amparo
de discursos que la aseguran inocua. Se dice, de la marihuana, que no genera
adicción, que es menos tóxica que el tabaco y que hasta puede resultar
beneficiosa en algunas circunstancias. Tres “mitos” que gozan de una
controvertida aceptación social y que la ciencia médica refuta a rajatabla.
“Nada más alejado de la realidad”, enfatizaron desde la Secretaría de
Programación para la Prevención de la Drogadicción y la Lucha contra el
Narcotráfico (Sedronar) al difundir que uno de cada cuatro pacientes en
tratamiento en centros dependientes del organismo esteban siendo rehabilitados
por adicción a la marihuana. Pues bien: una flamante investigación, realizada
en Nueva Zelanda, asegura que su uso persistente, sobre todo en adolescentes,
deteriora significativamente y de forma irreversible las funciones cerebrales.
La investigación es una de las más
amplias que se han llevado a cabo sobre los efectos de la marihuana en el
cerebro. Los científicos siguieron durante más de 20 años a un grupo de 1.000
jóvenes y encontraron que los que habían comenzado a usar marihuana antes de
cumplir los 18 años -cuando su cerebro estaba aún desarrollándose- mostraban
una reducción “significativa” en su coeficiente intelectual.
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